La Salud Mental Colectiva implica la superación del paradigma de la Salud Mental Comunitaria al colocar el foco tanto en la importancia del territorio en donde se producen las prácticas (la comunidad), como en la necesidad fundamental de revisar y repensar en clave de una ética transdisciplinar las maneras a través de las cuales se construyen y articulan los vínculos y los itinerarios de recuperación en el ámbito de la salud psíquica. Al mismo tiempo, es un paradigma que se articula como marco de referencia desde donde reconocer el papel de los determinantes sociales, culturales, económicos, políticos y ambientales en la generación de los padecimientos y malestares contemporáneos. La Salud Mental Colectiva es fundamentalmente un contexto para el desarrollo y promoción de la competencia estructural en el ámbito de la atención y los cuidados.
El Posgrado de Salud Mental Colectiva es una propuesta de aprendizaje participativa e interactiva que fusiona constantemente la teoría y la práctica; las clases magistrales, las sesiones de análisis grupal y los talleres de experiencia corporal directa. Es una formación con una perspectiva sobre la salud emocional que se centra en las personas, sus aflicciones e itinerarios vitales. Coloca el eje en la necesidad de generar instancias y dispositivos de construcción colectiva y participativa atentos a la singularidad; procesos de apoyo para la promoción de la autonomía y el acompañamiento en la vida cotidiana para personas con problemas de salud mental y diversidad funcional.
Se propone en sí como una experiencia que brinda la oportunidad de repensar y potenciar nuestro campo de saber sobre la salud mental y la diversidad funcional. Es al mismo tiempo, una ocasión inigualable para entrar en contacto con prácticas y proyectos que se están desarrollando en la vanguardia nacional e internacional en estos ámbitos.
¿Por qué y para qué un posgrado en Salud Mental Colectiva?
El posgrado de Salud Mental Colectiva (PSMC) es un espacio de intersecciones, permeabilidad y encuentros entre personas, saberes y colectivos para pensar la salud y concretamente la salud emocional y psíquica de las poblaciones. Es una propuesta transversal que busca generar nuevos territorios para lo transdisciplinar en la construcción de alternativas prácticas en este ámbito.
El PSMC reconoce como punto de partida el informe del Relator de Salud Mental de las Naciones Unidas del 2020, según el cual “Los sistemas de salud mental de todo el mundo están dominados por un modelo biomédico reduccionista que utiliza la medicalización para justificar la coerción como práctica sistémica y califica como “trastornos” que necesitan tratamiento, las diversas respuestas humanas a los determinantes subyacentes y sociales perjudiciales (como las desigualdades, la discriminación y la violencia). En ese contexto se socavan y desatienden activamente los principios fundamentales de la Convención sobre los Derechos de las Personas con problemas de salud mental.”
“Este enfoque ignora la evidencia de que las inversiones efectivas deberían dirigirse a los grupos de población, las relaciones y otros determinantes, en lugar de a los individuos y sus mentes. Si no se presta la debida atención a los derechos humanos, cualquier inversión que se haga en salud mental será ineficaz. La salud mental global tiene por objeto ampliar el acceso a los servicios de salud mental, así como a un campo más amplio y diverso de promoción, activismo e investigación, que incluye perspectivas críticas.” Un sistema sin perspectiva crítica sobre sí mismo está condenado al fracaso.
El Psiquiatra holandés Jim Van Os de la Universidad de la Universidad de Utrech (Holanda), nos recuerda que hay una dimensión existencial en el sufrimiento psíquico que ha sido sistemáticamente descartada por el modelo actual de atención. Esa dimensión existencial abre la posibilidad de entender el sufrimiento de una forma más humana en la que no es posible reducir la experiencia vivida a un conjunto de síntomas. El reduccionismo frecuente en el campo de la salud mental, nos ha llevado a la falacia de creer que estos padecimientos son sólo realidades patológicas que se manifiestan en forma de síntomas.
Dice el psiquiatra Fernando Colina que “el discurso del etiquetado es la nueva figura de la institución manicomial. La nueva camisa de fuerza es conceptual”. En un sentido muy similar, Laura Martín López-Andrade afirma que “Los muros de los manicomios son hoy los de la cronicidad; las personas no están amontonadas y silenciadas en las instituciones, pero se encuentran segregadas en categorías diagnósticas que les arrebatan su identidad”.
Más allá de los problemas frecuentes vinculados a la validez o fiabilidad de las clasificaciones diagnósticas, es necesario recuperar aquí lo que el neurobiólogo de la Universidad de Harvard, Steven Hyman define como el problema de la reificación en el ámbito de los sufrimientos psíquicos. Es decir, la fetichización o cosificación de los diagnósticos como realidades naturales, en sí mismas. La confusión frecuente entre el diagnostico como categoría que busca nombrar síntomas y agruparlos bajo un concepto, y la condición ontológica del sujeto, su identidad, su subjetividad, que lleva en muchos casos a no distinguir entre lo que es propio de la personalidad del individuo y aquello que deriva de su situación de crisis.
El sufrimiento social (O Social Suffering según el psiquiatra y antropólogo Arthur Kleinman) es lo que resulta del impacto sobre la vida y el cuerpo de las medicaciones y las etiquetas o nosologías. Hablar del sufrimiento social es mucho más que hablar de estigma, es hablar de cómo el diagnóstico se transforma en un vector de una cultura relacional que elimina al individuo, que lo niega en su capacidad enunciativa y de producción de conocimiento sobre sí mismo.
Ante esto necesitamos preguntarnos sobre la relación de dependencia que hemos desarrollado con relación a los diagnósticos psiquiátricos. Preguntarnos sobre la necesidad de abrir un espacio de diálogo permanente entre saberes y conocimientos, disciplinas y prácticas que incluya al saber de la experiencia vivida como elemento fundamental para pensar la autonomía, la recuperación y los cuidados.
Necesitamos abogar por el desarrollo de una aproximación efectivamente científica y transdisciplinar que atienda a las interrelaciones entre la dimensión existencial/experiencial de la aflicción, la orgánica, psíquica y material sin jerarquías en la articulación de los conocimientos.
En otras palabras, el PSMC se articula sobre tres pilares fundamentales:
- La necesidad de des-sanitarizar los cuidados. De ampliar la mirada que organiza nuestra aproximación al sufrimiento psíquico, atendiendo a la dimensión social, cultural, orgánica, psíquica, material y existencial. Cuestionando la estructuración jerárquica de los conocimientos en post de una salud mental verdaderamente transdisciplinar que incluya a los saberes derivados de la experiencia. La psicoanalista Alicia Stolkiner, nos recuerda que la realidad es indisciplinada, no puede ser abordada desde una única disciplina. En post del rigor científico, necesitamos abordar la complejidad del sufrimiento humano de una manera atenta a su complejidad y multidimensionalidad.
- La importancia de reconocer y dar lugar a los “saberes profanos”, es decir a los saberes situados, derivados de la experiencia vivida en primera persona, para abogar por una construcción de la terapéutica y los cuidados en salud mental atenta a esa complejidad. En este sentido, el lugar del Movimiento en Primera Persona, es fundamental.
- La importancia de reconocer que trabajar en salud mental colectiva es sobre todo trabajar en el vínculo, en la dimensión relacional con personas que por diversas razones se desligan del mundo social compartido. Necesitamos desarrollar ya no sólo una nueva cultura asistencial, sino una nueva cultura relacional con las personas con sufrimiento psíquico. No son objetos de nuestras intervenciones profesionales sino sujetos de sus propios itinerarios de recuperación y bienestar.
Titulados de grado o equivalente del ámbito de la salud y de las ciencias sociales interesados en la materia
Formar profesionales expertos en la creación y el desarrollo de dispositivos y herramientas participativas en el ámbito de la rehabilitación y atención en salud mental. Expertos en el funcionamiento de procesos de intervención e inclusión social con perspectiva multidisciplinaria y en constante vinculación con la comunidad.
- Adoptar decisiones innovadoras, consensuadas y creativas que faciliten la resolución de problemas en el campo de la salud mental.
- Desarrollar capacidades en relación a la propia acción profesional que promuevan la reflexión crítica, el trabajo en equipo y la cooperación y complementariedad de saberes y experiencias.
- Crear, desarrollar y activar herramientas y dispositivos de participación e intervención colectiva en el campo de la salud mental centrados en la persona y no en la patología.
- Promover el desarrollo de dinámicas participativas de autogestión y promoción de la autonomía en salud mental.
- Contribuir al proceso de rehabilitación de personas con trastornos mentales severos a partir de la creación de espacios alternativos de socialización y reconstrucción y el mantenimiento de sus redes sociales mediante prácticas comunitarias.
- Desarrollar intervenciones que tengan como referente el concepto de salud global que ha sido recientemente definido y promovido por la Organización Mundial de la Salud.
Los profesionales del ámbito psico-socio-sanitario adquirirán capacidades que les permitirá la creación y el desarrollo de dispositivos y herramientas participativas en el ámbito de la rehabilitación y atención en salud mental y en los procesos de intervención e inclusión social con perspectiva multidisciplinaria y en constante vinculación con la comunidad.
- Coordinar grupos de trabajo en salud colectiva.
- Liderar procesos de participación y construcción de la salud mental colectiva.
- Crear y desarrollar proyectos de intervención directa en el campo de la salud mental colectiva.
- Coordinar la apertura, en dispositivos de salud ya existentes, a las recomendaciones de la salud colectiva.
- Coordinar espacios de intervención directa y atención en el campo de la salud mental desde una aproximación de salud colectiva.
- Trabajar en dispositivos de la red de salud mental.
- Trabajar en proyectos de nueva factoría orientados a mejorar la salud mental de la población.
Susana Brignoni
Josep M. Comelles Esteban
Martín Correa-Urquiza Vidal Freyre
Manuel Desviat Muñoz
Lucía Estrella Serra
José Leal Rubio
Laura Llevadot Pascual
Jordi Marfà Vallverdú
Ángel Martínez Hernáez
Leticia Medeiros Ferreira
Miguel Missé Sánchez
Marisela Montenegro Martínez
Alfredo Olivera
Francisco Javier Ortega Guerrero
Asunción Pié Balaguer
Carmina Puig Cruells
Beatriz Pérez Pérez
Antonio Rodríguez Masegosa
Fabiana Rossarola
Mercedes Serrano Miguel
Àngels Vives Belmonte
Viernes de 16 a 20 h. y sábados de 10 a 14 h. alternos cada 15 días
Sesiones presenciales del 03/10/2025 al 04/07/2026 (última convocatoria Trabajo Final: 13/12/2026
Biblioteca Francesca Bonnemaison
C/ de Sant Pere Més Baix, 7 - Barcelona
Sala Polivalente
- Becas FURV: este programa dispone de una de las becas de la Fundación URV de acceso a los títulos propios de posgrado. Toda la información en Becas FURV.
- Posibilidad de fraccionamiento: 10% por la reserva de plaza en el momento de realizar la inscripción + 50% antes del inicio del programa + 40% a mitad del programa.
- Bonificación: este programa puede ser bonificado a través de la Fundación Estatal para la Formación en el Empleo (FUNDAE). Más información en Bonificación FUNDAE.
977 779 963 (de lunes a viernes de 9 a 14 h.)